Una Contractura Muscular es una contracción mantenida e involuntaria de un músculo o alguna de sus fibras, provocando que el músculo esté en constante tensión.
Una Contractura Muscular es una contracción mantenida e involuntaria de un músculo o alguna de sus fibras, provocando que el músculo esté en constante tensión.
Una Contractura Muscular es una contracción mantenida e involuntaria de un músculo o alguna de sus fibras, provocando que el músculo esté en constante tensión.
Esta lesión es bastante común, y puede impedir hacer gestos con normalidad y sin dolor. Es importante saber identificar las contracturas musculares, diferenciarlas de otras lesiones y poner remedio.
Las contracturas musculares pueden distinguirse según cuándo se originen:
Durante el esfuerzo: Mientras realizamos ejercicio, si el esfuerzo es excesivo, por dureza o por falta de entrenamiento, podríamos tener dolor e inflamación.
Posterior al esfuerzo: El músculo es incapaz de volver al estado de reposo. A veces ocurre que, después del ejercicio intenso, si el músculo ha sido sometido a gran trabajo, no es capaz de volver al estado de relajación.
Residuales: Cuando hay una lesión grave, la musculatura que la rodea tiende a contraerse como protección. Esto hace que, aunque esté curada la lesión principal, los músculos de alrededor queden contracturados.
Normalmente el músculo se contrae y afloja, pero, en determinados casos, el músculo no se relaja y sigue contraído, manteniendo la zona dura e hinchada. Los síntomas, por lo tanto, son el dolor y la limitación del movimiento, con mayores limitaciones según la gravedad de la lesión y podemos distinguir estos cuatro síntomas:
Dolor y rigidez articular y muscular
Movimientos reducidos
Debilidad muscular
Uso limitado de la zona afectada
Las Contracturas Musculares suelen aparecer cuando el músculo hace una actividad inapropiada, en intensidad o función. Así, puede ocurrir cuando levantamos demasiado peso o cuando realizamos un esfuerzo continuo. Algunas de las principales causas son:
Frío: ante el frío ambiental, si no se realiza un calentamiento adecuado puede generar una contractura.
Sobreesfuerzo: ya mencionado, si exigimos una intensidad repentina o durante un tiempo prolongado sin descanso se puede producir la lesión. También en casos de posturas inadecuadas durante un tiempo prolongado.
Estrés emocional: debido a la tensión acumulada.
Deshidratación: la falta de agua u otros componentes aumentan las probabilidades de sufrir una contractura, ya que son elementos importantes para el correcto funcionamiento de los músculos.
Edad avanzada: las personas mayores pierden elasticidad y son más propensas a esta clase de lesiones.
Siempre se deberían prevenir las Contracturas Musculares realizando un buen calentamiento, previo al ejercicio físico para preparar el músculo. También es útil hacer una programación progresiva de intensidad del ejercicio (de menos a más). Asimismo, un buen trabajo de flexibilidad evitará las Contracturas Musculares, al mejorar la distensión y recuperación del músculo tras el ejercicio o las malas posturas.
No se recomienda tratar las Contracturas Musculares por uno mismo, ya que los masajes que hagamos o los medicamentos que tomemos pueden ser inapropiados. Se aconseja acudir al especialista para que pueda clasificar la contractura y realizar el tratamiento más adecuado:
Antiinflamatorios: son fármacos que relajan la musculatura y reducen la contracción. Son útiles cuando el dolor es muy fuerte, pero siempre deben estar prescritos.
Calor local: consigue la relajación del músculo y tiene efecto analgésico.
Masajes: siempre deben llevarse a cabo por expertos porque, en caso contrario, las consecuencias pueden ser peores. El masaje aumenta el flujo sanguíneo, lo cual mejora la recuperación de los tejidos, además de relajar el músculo y reducir el dolor.