¿Cómo saber si tengo dorsalgia?
La dorsalgia es un dolor que afecta la zona media de la espalda que en la mayoría de los casos está relacionado con contracturas musculares. Las causas más frecuentes son las posturas inadecuadas en las horas de trabajo, en las actividades diarias o una temporada de estrés que pone en tensión la musculatura dorsal ocasionando una sobrecarga.
Los síntomas más habituales son el dolor que aparece justo entre las escápulas y la sensación de rigidez de la columna al doblarte hacia delante; en episodios más fuertes de dolor, puede haber dificultad para respirar.
En la mayoría de los casos, los síntomas disminuyen al mantener la presión en la zona dolorosa. También es importante descartar alteraciones estomacales ya que una irritación del estómago se puede manifestar como dolor dorsal.
La causa del dolor puede variar muchísimo entre las personas, por eso es importante identificar la causa del dolor con una previa evaluación con un especialista para que pueda bridarte el tratamiento adecuado.
Dorsalgia: ¿Qué puede provocarla?
La dorsalgia generalmente se produce por una combinación de causas, es muy raro que sea por una sola, afectando a casi a la mitad de la población adulta en algún momento de su vida.
Las malas posturas durante un período largo de tiempo sobre todo en sedentarismo, tos repetitiva, giros bruscos o por exposición al frío.
El estrés continuado y la somatización emocional suele ser bastante frecuente, especialmente susceptible a influencias emocionales.
Deformidades existentes en la columna vertebral, una escoliosis o con un dorso excesivamente plano pueden tener una mayor susceptibilidad.
Las enfermedades autoinmunes, como la artritis reumatoide atacan a la columna vertebral y por lo tanto pueden estar relacionadas con los casos de dorsalgia más severos.
Hernias discales o procesos degenerativos discales, también ocurren y pueden desencadenar o agravar un cuadro de dorsalgia.
¿Cómo tratar y aliviar el dolor dorsal?
El tratamiento para el dolor dorsal suele ser eficaz una vez identificada la lesión. Las técnicas para la recuperación más aplicadas son las siguientes:
Reposo: Dejar que el tiempo cure la lesión no suele ser la mejor opción. Aunque el reposo es fundamental, hay que combinarlo con alguna otra técnica para que la lesión se recupere correctamente, ya que, sin un tratamiento específico, el tiempo de recuperación se alarga y pueden surgir complicaciones que derivan en dolores crónicos.
Medicación: es otra forma de disminuir el dolor, pero no te va a aportar ninguna mejora más allá. Aunque puede ser eficaz para los procesos inflamatorios y analgésicos, una lesión hay que abordarla desde todos los puntos de vista trabajando mediante ejercicios y terapia manual.
Fisioterapia: es la forma más completa para afrontar este tipo de lesiones. Sus técnicas aparte de aliviar el dolor y disminuir los síntomas, ofrecen ejercicios personalizados para fortalecer la musculatura, asegurar una recuperación completa y prevenir futuras lesiones.